El continente que hoy llamamos América, ha sido habitado por culturas que han vivido en él durante milenios, en base a un profundo conocimiento de su entorno estas culturas descubrieron el recorrido de la tierra en torno al sol, este recorrido se configura como un ciclo que determina las estaciones del año. Las antiguas sociedades eran conscientes de este ciclo y basaban todas sus actividades en torno a este sistema. La cultura mapuche también se adscribe este conocimiento milenario. El siguiente artículo da a conocer tanto aspectos del suceso cósmico que se produce en el denominado we txipantu mapuche, como también costumbres que se suelen practicar en este día tan importante.
Actualmente
utilizamos el concepto we txipantu para referirnos a un nuevo año, pero el mapuche
kimun, o conocimiento mapuche, ha denominado este suceso cósmico como Wiñol
antü, su significado se relaciona con el fin de un ciclo y el comienzo de uno
nuevo. Cabe agregar que el concepto “we txipantu” fue introducido hacia
fines de los años setenta, en el marco del movimiento mapunche, vinculado a la
reivindicación cultural. En estas circunstancias pareciera que se quiso buscar
un término homologo al evento occidental, entendido como Año Nuevo, aun así,
utilizar cualquiera de los dos conceptos está bien, lo que es grave es no
conocer el significado de estos dos conceptos.
El wiñon antü está determinado
principalmente por el ciclo lunar, el cual controla la naturaleza, el tiempo,
las lluvias, la vida animal y vegetal. Todas las civilizaciones antiguas
basaron su calendario en la luna, ya que por una parte es más exacto que el
calendario solar, y por otra es más simple llevar un sistema de 13 periodos que
llevar uno de 365 días. El mapuche observaba la luna y sabía que esta rodeaba trece
veces la tierra, mientras que esta rodea una vez al sol.
En la espera del wiñon antü las familias y comunidades realizan diversas ceremonias de gran significado religioso. En la madrugada del wiñol antü toda la familia: ancianos, jóvenes y niños se levantan temprano y van al estero a bañarse. Junto a ello se realiza una ceremonia de rogativa individual. Además, la familia se dispone en esa ocasión a celebrar el Bakutun, ceremonia donde participan todos los familiares de ambas partes. Esto consiste en que la niña recibe a una segunda madre que a la vez hace de tocaya (Baku) y se le hace entrega de la vestimenta de la mujer mapuche, junto con los aros, pues es la tocaya (en este caso) la que realiza la ceremonia de perforar las orejas (Katan pilun), para que la niña comience a usar los aros.
A los árboles que no dan frutos se les azota para que el año venidero tenga frutos. Esta actividad la realizan los niños a pedido de los adultos. Este es un día de celebración y alegría, donde los familiares se visitan y pueden compartir comidas, mote, sopaipillas, catutos y el infaltable muday (bebida de trigo o maíz) que acompaña a toda ceremonia y rogativa.
El wiñon antü o we txipantu
debería ser nuestro verdadero año nuevo, ya que durante la fecha en que nosotros celebramos la
llegada de un nuevo año (el 1 de enero), es el final de un ciclo y comienzo de
uno nuevo para todos aquellos que habitan en el hemisferio norte de nuestro
planeta. Esto causa en nuestro hemisferio una desarticulación con los ciclos
naturales, desvinculándonos del conocimiento ancestral que guardan las antiguas
sociedades que se desarrollan en nuestro actual territorio. La invitación entonces
es a valorar, a reaprender y vivir los
conocimientos que culturas como nuestra
sociedad mapuche ha construido durante
milenios.
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